JOSÉ MANUEL PETISCO
Sin entrar en polémicas, el concepto de "comportamiento no verbal" es más amplio que otros conceptos como "lenguaje corporal", "lenguaje no verbal", o "comunicación no verbal". En este Blog se tratan aspectos fundamentales del comportamiento no verbal, como los campos que debe abarcar, las áreas de las que se nutre, el rigor al hacer su análisis, la importancia de las emociones y de la expresión facial, y se incluye una introducción al complicado mundo de la detección de mentiras.
sábado, 14 de diciembre de 2013
Trailer del canal "Analistanoverbal"
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domingo, 11 de agosto de 2013
Campos que debe abarcar el análisis de comportamiento no verbal
El especialista en comportamiento no verbal debería estar formado en alguna de las
disciplinas de las que se nutre la comunicación no verbal (psicología,
antropología, sociología, etología o psiquiatría). Ello no garantiza poseer los
conocimientos necesarios, pero sí el método y rigor suficientes para llevar a cabo análisis respaldados por estudios científicos.
En su análisis deberían tener en cuenta cuatro niveles distintos:
- línea base
- nivel de datos
- inferencias
- hipótesis.
Nunca debería perder de vista que el comportamiento a analizar es global; aunque para llegar a ello convenga desmenuzarlo en los diferentes canales comunicativos, como la expresión facial, oculesia, los gestos, las posturas, el paralenguaje, la proxémica, la háptica o la apariencia.
En su análisis deberían tener en cuenta cuatro niveles distintos:
- línea base
- nivel de datos
- inferencias
- hipótesis.
Nunca debería perder de vista que el comportamiento a analizar es global; aunque para llegar a ello convenga desmenuzarlo en los diferentes canales comunicativos, como la expresión facial, oculesia, los gestos, las posturas, el paralenguaje, la proxémica, la háptica o la apariencia.
sábado, 10 de agosto de 2013
Rigor al analizar el comportamiento no verbal
El
análisis del llamado lenguaje corporal, de la comunicación no verbal o del
comportamiento no verbal, está imperando cada día más en este país. Esta disciplina
se ha puesto de moda en medios como la televisión o la prensa escrita. Nuestro
cerebro es sabio y todos tenemos determinada capacidad para interpretar un
gesto o una expresión facial. Sin embargo, cuando las imágenes a analizar
pueden tener una trascendencia importante en los medios y en la opinión pública
en general, deberíamos ser cautos y rigurosos a la hora de realizar esos
análisis. Ocurre que, en ocasiones, esta
disciplina no es tratada con rigor, o es tratada por personas sin la adecuada
formación académica, lo que ha conducido a que se perciba como una disciplina
no compatible con el ámbito científico. Existen verdaderos “charlatanes” que se
dedican a la “ciencia adivinatoria”, o a hacer conjeturas basándose en
creencias erróneas (aunque a veces sean muy populares), o basándose en lo que
han leído en tres o cuatro libros.
El
analista en comportamiento no verbal debe ser riguroso en su análisis y tratar
de llevar sus aportaciones al terreno científico. Para ello será imprescindible
llevar a cabo un análisis minucioso, por lo que el uso de imágenes grabadas en vídeo, así como el manejo de determinados programas de edición, les serán
imprescindibles. La ventaja de este tipo de análisis es que permite
visualizar, cuantas veces sea necesario, cualquier fragmento de la escena a
analizar. Además, permite el visionado de imágenes a cámara lenta, incluso
fotograma a fotograma, lo que posibilita detectar expresiones sutiles o muy
breves (microexpresiones), que en un análisis en tiempo real pasarían
desapercibidas incluso para los analistas más expertos.
Por otra parte, cualquier análisis serio, debería tener en
consideración todos los canales expresivos no verbales (gestos, posturas, expresión facial, oculésica, proxémica, háptica,
paralenguaje y apariencia), en conjunción con el canal verbal. Pero el estudio separado de cada uno
de estos canales expresivos no tiene razón de ser, ya que el sistema no verbal
funciona de forma coordinada e integrada, siendo el efecto global mayor que la
suma de las partes (Patterson, 2011).
Además siempre habrá que tener presente que el contexto
social en el que se produce el comportamiento a analizar va a afectar
al significado del mismo. Y también la biología,
cultura, género, edad y personalidad
del sujeto a analizar, serán factores a tener en cuenta.
Si nos centramos en la expresión facial, gestos y posturas, la cara y las manos son las partes del cuerpo con una mayor sensibilidad y capacidad de movimiento, y ello es debido a que son las partes que tienen una mayor conexión con áreas corticales sensoriales y motoras.
A través del rostro no siempre expresamos emociones.
Ekman y Friesen estimaron que los “rostros emocionales” constituían un tercio
del comportamiento facial de un individuo, pero autores como Chovil lo reduce a
un 18% (citado por Fridlund, 1994). Los movimientos
faciales también pueden emitir señales de comunicación (señales
sintácticas para enfatizar, subrayar, interrogar o continuar con el relato), adaptadores
(formar un bulto con la lengua, morderse los labios, etc.), ilustradores
(elevar las cejar para resaltar el discurso, mostrar expresión de asco al
mencionar que algo es asqueroso y cualquier otro movimiento facial que
contribuya a representar lo que estamos relatando), reacciones personales (que
añaden valor emocional a nuestro discurso o que indican nuestra reacción
inmediata frente a lo que escuchamos), señales de retroalimentación (como
asentir con la cabeza, o establecer contacto ocular), etc.
La mayoría de las expresiones faciales no connotan emoción
sino que tienen lugar enclavadas dentro del discurso (Fridlund, 1994), y diversos autores les atribuyen un
papel paralingüístico y no emocional a esas exhibiciones faciales (Fridlund y
Gilbert, 1985). No obstante, personalmente mantengo que en situaciones de alta intensidad
emocional (situaciones estresantes, situaciones vitales, letales, etc.), el
rostro dará muestras de emociones. En tales situaciones la expresión emocional
será muy difícil de ocultar, apareciendo, en la mayoría de los casos,
determinadas expresiones faciales, expresiones fugaces, microexpresiones y/o
expresiones sutiles, aconsejando realizar el correspondiente análisis con
imágenes grabadas en vídeo y no en directo.
Sabemos que las microexpresiones son movimientos
involuntarios de los músculos de la cara, en momentos especialmente emotivos.
Pueden aparecer tanto en contextos personales (intrapersonales) como de relaciones
con los demás (interpersonales). También sabemos que las emociones denominadas básicas o primarias son más susceptibles de ser “microexpresadas” que
las emociones sociales (ansiedad, culpa, vergüenza, envidia, celos, etc.).
Para que surja una microexpresión, deben ocurrir dos
aspectos: una valoración de la situación y una respuesta fisiológica asociada.
Tras ello podría aparecer, o no, el proceso emocional y su expresión.
Pero el asunto además se complica, ya que el rostro suele ser
portador de mezclas faciales de varias emociones (Knapp, 1980) :
- Una zona facial podría mostrar una emoción diferente a otra zona facial: cejas levantadas (sorpresa) y labios apretados (cólera).
- Dos emociones distintas podrían emerger en una misma parte del rostro: una ceja levantada (sorpresa) y otra baja (cólera).
- Una expresión facial podría estar producida por una acción muscular asociada a dos emociones: elevación de mejillas: asco y también alegría.
Centrándonos en la expresión
facial de las emociones, todo análisis tendría que tener como base el FACS
o Sistema de Codificación de la Acción Facial (Facial Action Coding System),
ideado por Paul Ekman y Wallace Friesen en 1978. La figura de Paul Ekman es
sobradamente conocida a nivel mundial y sus
estudios le permitieron la creación de un método para la descripción del movimiento
facial, basado en el análisis anatómico de la acción facial (previamente
desarrollado por Hjorsjó en 1969).
El FACS no es el único sistema de codificación facial
existente. Izard también desarrolló una amplia investigación sobre la expresión
de las emociones e ideó el sistema de clasificación y codificación denominado
MAX (Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial).
Pero el FACS es quizás el método más conocido y exhaustivo.
Como cada movimiento facial es el resultado de la acción de
determinadas unidades musculares de la cara (AU: Action Unit), el FACS se basa
en los cambios en apariencia (resultado de los movimientos de la piel facial y
del tejido conjuntivo) que se producen consecuencia de la acción visible de
cada músculo.
Con el FACS es posible analizar cualquier movimiento facial
en términos sumativos de unidades de acción (AU,s), pero no hay una relación
única entre cada grupo de músculos y las unidades de acción observables. Ello se
debe a que un mismo músculo puede actuar de maneras diferentes, o puede afectar
a zonas faciales distintas, para producir acciones faciales visiblemente
diferentes. Así por
ejemplo, el músculo occipito frontal
es responsable de varias Unidades de Acción diferentes (AU 1: levantar el
interior de las cejas; AU 2: levantar la parte exterior de las cejas); o el orbicular de los labios interviene en
las acciones faciales 22 (labios en embudo), 23 (afina los labios) y 24 (junta
y aprieta los labios).
(Imágenes obtenidas con el programa ARTNATOMY/ARTNATOMIA de Victoria Contreras Flores, 2005. Disponible en www.artnatomia.net)
Además cada acción facial puede registrase en una escala de 5
puntos en intensidad, siendo
conveniente registrar también la duración
de dicha acción. Veamos al propio Paul Ekman llevar a cabo distintas unidades
de acción en el siguiente vídeo:
La combinación de 44 músculos faciales, bilateralmente simétricos, puede generar 10.000 expresiones visiblemente diferentes, aunque nunca veremos la mayoría de ellas. En una conversación normal veremos menos de cien y, como afirma Ekman, "solo, tal vez, una tercera parte son relevantes a la emoción".
En definitiva, este riguroso y preciso método permite
identificar las emociones que está sintiendo (o reprimiendo) un sujeto, en base
a la actividad muscular implicada en cada gesto facial. No obstante, el
reconocimiento de una emoción es un proceso muy complejo y habría que tener en
cuenta otros tipos de informaciones, como la suministrada por el contexto, las expectativas
y atribuciones sobre el estado emocional del sujeto, el estado emocional del analista, su
capacidad de observación y experiencia
o las diferencias individuales en la
forma de manifestar nuestras emociones y en la precisión en la identificación.
Bibliografía
Ekman, P. (1972). Universal and
cultural differences in facial expression of emotion. In J. R. Cole (Ed.), Symposium
on Motivation, 1971 (Vol. 19, pp. 207-283). Lincoln, NE: Nebrasca
University.
Ekman, P., & Friesen, W. (1975). Unmasking the face (a guide to
recognizing emotions from facial expressions). Englewood Cliffs, New
Jersey: Prentice-Hall Inc
.
Fernández-Abascal, E. G., & Chóliz Montañés, M. (2001). Expresión facial de la emoción. Madrid: UNED.
Fridlund, A. J. (1994). Expresión
facial humana. Una Visión Evolucionista. (J. Cerdas Ibañez, & I.
Cardas Ibánez, Trans.) Bilbao: Desclée De Brouwer.
Fridlund, A. J., & Gilbert, A. N. (1985). Emotions and facial
expressions. Science , 230, 607-608.
Knapp, M. L. (1980). La
comunicación no verbal. El cuerpo y el entorno. Barcelona: Paidós.
Patterson, M. L. (2011). Más
que Palabras. El poder de la Comunicación No Verbal. (S. Suárez, Trans.)
Aresta-UOC.
Petisco, J. M. (2014). La
comunicación en el aula. Cuando la postura y el gesto toman la palabra. Madrid: Dykinson.
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viernes, 9 de agosto de 2013
Universalidad de las emociones primarias
Actualmente siguen existiendo
defensores y detractores de la universalidad de las emociones. Por un lado
están quienes defienden que la expresión de las emociones es un patrón de
respuesta innato y por otro quienes aseguran que está determinada por el
aprendizaje y la experiencia. Los primeros defienden la existencia de una serie
de emociones básicas, universales, de las que emergerían el resto de emociones;
mientras que los segundos mantienen que no existen tales emociones primigenias.
La mayoría de los seguidores de la
Psicología de las emociones asumen el modelo neurocultural de Ekman. Según
dicho modelo existiría una “programación neural facial” central, que “enlaza
cada emoción primaria con un conjunto de impulsos neurales, de patrones
característicos de impulsos dirigidos a los músculos faciales” (Ekman, 1972,
pág 216). Para la Psicología de las emociones (modelo clásico) las expresiones faciales tienen una base
innata, siguen pautas fijas de acción y están vinculadas a las emociones. Cualquier
conducta facial de exhibición sería debida a una contribución genética, mientras
que cualquier diferencia regional debería ser interpretada como “cultural”,
reflejando por ello algún tipo de aprendizaje. Dicha formulación deriva
principalmente de los primeros estudios transculturales de la expresión facial
de las emociones desarrollados a partir de la década de los setenta por
investigadores como Ekman, Izard, Frijda, Brown, Buck, Oster, Saxton y otros.
Probablemente sean Ekman e Izard quienes proporcionaron los estudios
transculturales más amplios y difundidos, incluyendo estudios con etnias
aisladas e ilitaradas (Ekman, Sorenson y Friesen, 1969; Ekman y Friesen, 1971;
Izard, 1971) y revisando la literatura más relevante del momento.
Paul Ekman, a partir de dichas
investigaciones transculturales que realizó con individuos destacados de la
tribu de Papua de Nueva Guinea, estableció una lista de emociones básicas universales (cuestión
que ya había sido planteada por Darwin, pero que no demostró). La mayoría de la
comunidad científica del momento estuvo de acuerdo en que los hallazgos de
Ekman eran totalmente válidos. Entre las expresiones que clasificó
como universales se encuentraban las siguientes: alegría, ira,
tristeza, miedo, asco, y sorpresa; incluyendo con posterioridad también
al desprecio (esta emoción y su expresión puede reconocerse
universalmente).
Las emociones primarias cumplen
una función adaptativa y nos han ayudado a sobrevivir. Movilizan o desmovilizan
el cuerpo, nos preparan para el ataque o la huida, y todo ello supone la
activación o preparación de determinados músculos para apoyar esas acciones. El
cerebro, además, envía mensajes a sus glándulas endocrinas, que controlan la
producción y liberación de hormonas y, a su vez, el SNA regula los órganos
sobre los cuales no ejercemos control voluntario, como el estómago o el
corazón.
Sin embargo, desde una perspectiva teórica evolutiva, el modelo
ecológico-conductual ha criticado la idea de establecer una vinculación
entre expresión facial y experiencia emocional. Las expresiones faciales serían pautas fijas de acción que no denotan
una emoción determinada, sino que tienen como objeto establecer comunicación e
interacción social, ya que indican una serie de intenciones conductuales. Los
defensores de la ecología de la conducta, argumentan que la expresión facial es
distinta si el individuo se encuentra aislado a si está con otras personas. Los
seres humanos manifiestan menos expresiones cuando están solos y éstas son
mucho más expresivas ante la presencia de otros. Así por ejemplo, en presencia
de otros, la sonrisa no se produce en el momento en que se consigue algo deseado,
sino al manifestarlo a los demás.
Para investigadores como Aland Fridlund las exhibiciones faciales son emitidas para servir
a motivos sociales en el contexto en
que se llevan a cabo (Fridlund, 1994, pág. 165). Respecto a la vinculación
entre expresión facial y emoción, plantea la disociación que
puede existir entre lo que se exhibe y lo que se siente y mantiene que existen
situaciones en las que persiste la experiencia emocional en ausencia de
movimientos faciales de exhibición (poniendo como ejemplo a los sujetos con
parálisis facial, como la “parálisis de Bell”). Además, cualquier expresión
facial tendrá un significado distinto, según el contexto social en el que se lleve a cabo. Así, un rostro lloroso
tendrá un significado diferente si la persona está sufriendo por una desgracia
que le acaban de notificar, o porque le acaban de comunicar que le ha tocado la
lotería. Para Fridlund, las conductas faciales de exhibición emocional son
manifestaciones de la intencionalidad
social (disposición a atacar en el enfado, intención de obtener auxilio en
la tristeza, deseo de ser abrazado o petición de socorro en el llanto, deseo de
ser amistoso o disposición de afiliarse en la sonrisa, etc.). Critica las tesis
sobre la universalidad de las emociones ya que las estrategias para demostrar
dicha universalidad se han basado, en muchos casos, en la presentación de
fotografías de rostros de individuos con expresiones posadas (no espontáneas),
previamente preseleccionadas entre muchas otras, sin apenas variar el orden de
presentación, con formato de respuesta de elección forzada, o de libre elección
entre una serie de etiquetas (sin ser posible la respuesta espontánea del
observador) y en ausencia de información contextual. Plantea que en muchos
estudios transculturales sobre la emoción, los sujetos en realidad lo que hacen
es asociar rostros con situaciones e intenciones. Para Fridlund, la hipótesis específica
de que la alegría, la tristeza, el miedo, la sorpresa, el enfado y la repulsa
(asco) son altamente reconocibles a partir de la expresión facial, se ajusta de
forma clara solo en el caso de la alegría. Plantea hasta 8 posibles alternativas
distintas sobre cómo la gente interpreta, de manera espontánea, los movimientos
faciales asociándolos a una emoción concreta (véase Fridlund, 1994, págs. 294-298).
Otro reconocido experto en
el campo de las emociones, las micro-expresiones, los gestos y la
influencia de la cultura en el comportamiento no verbal, es David Matsumoto, quien afirmó que “la universalidad de las expresiones faciales de la
emoción ya no se debate en Psicología” (Matsumoto, 1990, pág. 195).
Este profesor de psicología, de la Universidad Estatal de San Francisco, es el
fundador y director del Laboratorio
de Investigación de la Emoción, donde se siguen llevando a cabo
estudios sobre la cultura, la emoción, la interacción social y la
comunicación. En el 2009 fue uno de los elegidos para recibir la
prestigiosa Beca Minerva, dotada de 1,9 millones de dólares, del Departamento
de Defensa de EE.UU., para estudiar el papel de las emociones en grupos
ideológicamente aislados.
Sin embargo, en la
actualidad no solo se sigue debatiendo sobre ello, sino también sobre sus
implicaciones.
Trabajos citados
Ekman, P. (1972). Universal
and cultural differences in facial expression of emotion. En J. R. Cole (Ed.),
Symposium on Motivation, 1971 (Vol. 19, págs. 207-283). Lincoln, NE: Nebrasca University.
Fridlund, A. J. (1994). Expresión facial humana.
Una Visión Evolucionista. (J. Cerdas Ibañez, & I. Cardas Ibánez,
Trads.) Bilbao: Desclée De Brouwer.
Matsumoto, D.
(1990). Cultural similarities and differences in display rules. Motivation and Emotion, 14, 195-214.
jueves, 8 de agosto de 2013
Gestos y expresiones faciales de las emociones vividas durante el 11-S
Los brutales y trágicos atentados
del 11-S, en los que 19 terroristas suicidas secuestraron cuatro aviones para lanzarlos
contra las Torres Gemelas del World Trade Centre, en Nueva York , así como
contra el Pentágono y el Capitolio (este último estrellado en campo abierto
gracias al enfrentamiento de los pasajeros y tripulantes con el
comando terrorista), en Washington, causaron la muerte de unas 3000 personas y
produjeron más de 6000 heridos.
Esos 19 terroristas suicidas
debían tener enturbiado el cerebro y el espíritu por las alteradas mentes de
sus “maestros”. Matar a más de 3.000 inocentes no puede tener una explicación
racional, escapa a la razón, a la moral, al sentido de la justicia y a la
condición de seres humanos. Los motivos por los que lo hicieron, desde luego,
no deben estar basados en la reflexión racional ni en el sentido ético. El
fanatismo, el odio, el rencor o el adoctrinamiento religioso, podrían estar
entre esos motivos; pero está claro que ese tipo de motivos atentan contra la
razón, contra los principios y valores propios de la convivencia y contra la dignidad
humana.
Afortunadamente, no guardamos en
la memoria todo lo que sucede a nuestro alrededor. Pero, cuando la intensidad
de la vivencia ha sido fuerte, cuando la experiencia ha sido muy desagradable,
esta se fija y se almacena en la memoria a largo plazo. El impacto emocional
que provocan los acontecimientos traumáticos de esta envergadura, fragmentan la
memoria emocional produciendo cambios en el cerebro. Según los expertos,
traumas de esta índole rompen las redes de memoria, al podar ramificaciones de
las neuronas. Por otra parte, parece ser que cuanto más sensibles somos a una
experiencia, más aumenta la cantidad de detalles memorizados y la sensación de
realidad que tendremos de dichos recuerdos. Los expertos hablan de “recuerdos
destello” que son los que se producen cuando hay una gran elaboración y
distintividad de la noticia y su contexto, y que suelen aparecer en los casos
en los que en el acontecimiento traumático se cumplen dos características: el factor sorpresa y el factor impacto emocional causado sobre
el individuo. En España, el profesor José María Ruiz-Vargas ha dedicado varios
trabajos al análisis de este tipo de recuerdos.
Según diversos estudios (Basabe
et al., 2002; Diener, Diener y Diener, 1995) la población de culturas como la
estadounidense generalmente mantienen un estilo emocional de menor control y
más expresivo que la población de otras culturas con la China. Los
norteamericanos reportarían una alta deseabilidad a las reacciones emocionales
y a mostrar y expresar sus sentimientos personales. Los chinos en cambio suelen
mostrar una deseabilidad más baja de reacción emocional y mostrar menos
reacciones subjetivas y expresivas de afecto, revelando un mayor control sobre
sus emociones.
Otros estudios han revelado que
la exposición a emisiones de TV y otros medios de comunicación intensifican las
emociones sentidas ante hechos colectivos, como el 11-S (Ubillos, Mayordomo y
Basabe, 2005).
Las expresiones
emocionales no se aprenden. Sabemos que en el reconocimiento y manifestación de
emociones juega un papel fundamental el hemisferio derecho del cerebro, lugar
donde se localiza gran parte de la amígdala. Sin embargo, investigaciones
recientes ponen de manifiesto que mientras
unos estudios conceden un papel más relevante a las estructuras del hemisferio derecho,
otros autores encuentran un procesamiento hemisférico diferencial de los
estímulos emocionales, con el hemisferio derecho encargado del procesamiento de
estímulos de contenido negativo y el hemisferio izquierdo de los de contenido positivo (Sánchez-Navarro y Román, 2004) .
Lo que sucedió minutos
después de conocerse la noticia de los trágicos atentados se reflejó en los
rostros de numerosos neoyorkinos. El estado emocional más generalizado fue el
de estupor, el de asombro e incredulidad.
Emociones que días después se irían transformando en casos de pánico y miedo.
También los ciudadanos fueron cambiando inconscientemente la percepción de lo
ocurrido al irse mezclando lo vivido durante ese día con lo escuchado o lo
visto en televisión, reescribiéndose en la memoria lo ocurrido de una forma diferente.
La memoria perceptiva se mezcló con la semántica, con la emocional y con la
episódica, entrelazándose entre sí y surgiendo un nuevo recuerdo sobre tal
acontecimiento.
Pero, ¿cómo fueron las reacciones
inmediatas de los neoyorkinos tras enterarse o presenciar las consecuencias de
tal barbarie?
Algunos estudios sobre el 11-S
(Ubillos, Mayordomo y Basabe, 2005) han puesto de manifiesto que las reacciones
emocionales mostradas más comunes fueron las de tristeza y hostilidad,
más que las de miedo. Concretamente la atmósfera emocional estuvo caracterizada
principalmente por tristeza/pena, la tríada de hostilidad (disgusto/asco,
cólera/enojo, desprecio) y en menor medida el miedo/ansiedad. También han
confirmado que las personas simultáneamente proyectaron y percibieron a los
otros como más impactados emocionalmente, produciéndose un sesgo de proyección social (“mis
emociones son las típicas de todos”) y
de mayor control (“yo tengo más
control emocional”).
Las fotografías que aparecen a
continuación fueron tomadas personalmente de una de las proyecciones permanentes
(donde está permitido hacerlo) del Museo Memorial 9/11 de Nueva York. En dicha
proyección aparecen imágenes de las reacciones de gente anónima que se
encontraba en la calle presenciando lo que estaba ocurriendo.
Entre esas imágenes,
podemos apreciar que lo que están viendo u oyendo les genera estrés y aparecen
auto-adaptadores para intentar mitigar ese estrés. Entre esos gestos adaptadores
resultan especialmente significativos los que se llevan a cabo como mecanismos
de negación de la realidad para tratar de disminuir ese estrés (taparse los ojos).
En muchos casos, la
palma de la mano se deposita en la cara tapando
la boca, lo que denota estrés, preocupación y horror por lo que están
contemplando.
Las manos sobre la frente o la cabeza denotan desesperación, irritabilidad o temor, pero también concentración en sus propios pensamientos ante el problema.
Manos tocando la garganta denotan angustia y malestar. También aparecen gestos en una actitud dudosa frotándose la barbilla, o de valoración de lo que está ocurriendo. La mano en la barbilla es una mano interrogativa, probablemente froten la barbilla porque no saben realmente qué está pasando, o por qué está pasando (“yo me pregunto por qué…”), y también por la irritación del momento.
Las manos tocando los labios denotan preocupación, estrés o ansiedad ante tales acontecimientos.
Los adaptadores de manos con presión sobre la cara denotan preocupación y horror.
Si nos adentramos en un análisis
más pormenorizado de las expresiones faciales, podemos contemplar
fundamentalmente expresiones de miedo:
Puedes ver una galería fotográfica completa sobre la barbarie del 11 de septiembre en http://www.history.com/topics/9-11-attacks/pictures/911-world-trade-center.
- Elevación de la parte interior de las cejas (UA1):
propio en gestos de tristeza y miedo (también en sorpresa)
- Descenso y contracción de las cejas (UA 4): propio en gestos de miedo,
ira, tristeza y asco
- Elevación del párpado superior (UA5): típico en gestos de sorpresa,
ira y adicionalmente en los de miedo
- Alargamiento de la comisura de los labios (UA20)
- Separación de los labios (UA25)
- Descenso de la mandíbula con apertura de boca (UA27): típico en gestos
de miedo y adicionalmente en los de miedo
Otras Unidades de Acción que aparecen en
la fotografía son:
-
Cabeza hacia arriba
(UA53)
-
Movimiento de ojos
arriba y a un lado (UA68)
Expresiones de miedo
y sorpresa (gestos de asombro):
- Elevación de la parte interior y exterior de las cejas (UA1+UA2)
- Elevación del párpado superior (UA5): suele aparecer en gestos de ira,
miedo o sorpresa
- Separación de los labios (UA25): suele aparecer en los gestos de miedo
y adicionalmente en los de ira y asco
- Descenso de mandíbula y apertura de la boca (UA27): suele aparecer en
gestos de sorpresa y adicionalmente en los de miedo
- Adicionalmente mirada hacia la izquierda (UA61)
- Parte inferior del rostro (mujer) no decodificable (UA76), aunque se
intuye apertura de boca (UA25)
Gestos de
sorpresa y miedo, fundamentalmente
identificados por:
-
Alargamiento de la comisura de los labios (UA20)
-
Separación de los labios (UA25)
-
Descenso de la mandíbula y abertura de la boca (UA27)
Gestos de tristeza
y miedo, principalmente identificados por:
- Elevación de la parte interior de las cejas (UA1): propio en gestos de
tristeza, miedo o sorpresa
- Elevación de las mejillas y reducción de la abertura palpebral (UA6):
propio en alegría y asco y adicionalmente en gestos de tristeza
- Leve caída de mandíbula (UA26): suele aparecer adicionalmente en
gestos de ira, miedo o asco
- Mirada fija (UA69)
- Parte inferior del rostro no decodificable (UA72)
Gestos de Sorpresa
y miedo:
- Elevación de la parte interior y exterior de las cejas (UA1+UA 2)
- Elevación del párpado superior (UA5): típico en gestos de sorpresa o
ira y adicionalmente en los de miedo
- Separación de los labios (UA25): propio en gestos de miedo y alegría
(y adicionalmente en ira y asco)
- Descenso de la mandíbula y abertura de la boca (UA27): propio en
gestos de sorpresa y adicionalmente en los de miedo
-
Posición: Cabeza hacia arriba (UA53)
-
Mirada hacia arriba (UA63)
Gestos de miedo
y sorpresa:
- Elevación de la parte interior de las cejas (UA1):
prototípico en miedo, sorpresa y tristeza
- Elevación de la parte exterior de las cejas (UA2): propio en gestos de sorpresa y adicionalmente en los de miedo
- Elevación de la parte exterior de las cejas (UA2): propio en gestos de sorpresa y adicionalmente en los de miedo
- Elevación severa del párpado superior (UA5D): propio en gestos de
sorpresa o ira y adicionalmente en los de miedo
- Alargamiento de la comisura de los labios (UA20)
- Separación de los labios (UA25)
- Descenso de la mandíbula abriendo la boca (UA27): propio en gestos de
sorpresa y adicionalmente en miedo
- Mirada fija (UA69)
Gestos de tristeza
e ira contenida:
- Elevación de la parte interior de las cejas (UA1): propio de la
tristeza (también aparece en miedo y en sorpresa)
-
Descenso de cejas (UA4): en ira, tristeza y
miedo (también en asco)
-
Elevación del párpado inferior y reducción de la abertura palpebral
(UA7)
-
Dilatación de las fosas nasales (UA38)
-
Mirada fija (UA69)
- Labios: (UA,s en correspondencia con la ira) probablemente labios
tensos (UA23), juntos y apretados (UA24) o separados (UA25), pero al no ser visibles
codificaríamos como UA76.
Expresiones de miedo,
asco y angustia:
-
Elevación de la parte interior de las cejas (UA1)
-
Elevación leve del párpado superior (UA5B)
-
Elevación leve a pronunciada del labio superior (UA10B): suele
aparecer en gestos de ira o de asco
-
Remarque del pliegue naso-labial (UA11)
-
Separación de los labios (UA25): suele aparecer en gestos de miedo
-
Posición de cabeza levemente hacia arriba (UA53)
-
Mirada a la izquierda (UA61)
-
Mano sobre el pecho (angustia)
Tristeza, miedo y asco:
- Elevación parte interior de las cejas (UA1): suele aparecer en gestos
de tristeza, miedo y sorpresa
-
Remarque del pliegue naso-labial (UA11): suele aparecer adicionalmente
en gestos de tristeza
-
Descenso leve del labio inferior (UA16B): suele aparecer adicionalmente
en gestos de asco
-
Separación de los labios (UA25): suele aparecer en gestos de miedo y
adicionalmente en ira y asco
-
Descenso del mantón (UA26): suele aparecer adicionalmente en gestos de
miedo, ira o asco
-
Adicionalmente posición de cabeza hacia adelante (UA57)
-
Mirada hacia abajo (UA64): suele aparecer adicionalmente en gestos de
tristeza
Expresiones de miedo
y tristeza:
- Elevación parte interior de las cejas (UA1): típico del miedo,
tristeza y sorpresa
- Desplazamiento de la comisura de la boca hacia atrás y arriba (UA12):
suele aparecer en gestos de miedo y también de alegría
- Separación de los labios (UA25): suele aparecer en gestos de miedo
(aunque también de alegría)
- Mirada hacia abajo (UA64): suele
aparecer adicionalmente en gestos de tristeza
- Mirada fija (UA69)
Expresiones de sorpresa y tristeza:
- Elevación de la parte interior de las cejas (UA1): típico en gestos de
miedo, tristeza y sorpresa
- Elevación del párpado superior (UA5): típico en gestos de sorpresa o
ira y adicionalmente en los de miedo
- Descenso de la comisura de los labios, que incluso pudieran estar
temblorosos (UA15): propio de la tristeza y adicionalmente en asco
- Probablemente apertura de boca con descenso de mandíbula (UA27):
típico en sorpresa. Al no estar visible la parte inferior de la cara codificaríamos
como UA7
- Mirada fija (UA69)
Puedes ver una galería fotográfica completa sobre la barbarie del 11 de septiembre en http://www.history.com/topics/9-11-attacks/pictures/911-world-trade-center.
Si vas a hacer uso de alguna de estas fotografía debes citar debidamente el blog y la fuente original de donde se obtuvieron dichas fotografías.
Mi agradecimiento al Prof. Cristian Salomoni por la retroalimentación aportada.
Mi agradecimiento al Prof. Cristian Salomoni por la retroalimentación aportada.
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