En el campo de
la detección de mentiras sabemos que podemos contar con tres tipos de
indicadores distintos de la persona sometida a una situación de entrevista o interrogatorio:
los psicofisiológicos, la comunicación
verbal y el comportamiento no verbal. Dejando a un lado los indicios
psicofisiológicos, donde tendríamos que hacer uso de determinadas herramientas
(polígrafo, analizadores de estrés vocal, fMRI, EEG, analizadores
termográficos, etc.), en muchas de las entrevistas, y desde luego en los
interrogatorios, interesa lleva a cabo un análisis de la comunicación que llega
a través del canal de la voz, lo que incluiría un análisis de contenidos y
de la comunicación paraverbal (tono de voz, volumen, pausas, etc), y de la que
llega a través del compotamiento no verbal (principalmente a través de la
expresión facial y corporal). Por tanto deberíamos analizar, en lo que se ha
dado a llamar entrevista cognitiva:
-
Lo qué
dice el sujeto (comunicación verbal) y cómo
lo dice (comunicación paraverbal o paralingüística).
-
Su comportamiento
no verbal, prestando especial atención a aquellos gestos y movimientos que lleva
a cabo durante la entrevista y valorando en qué momentos se producen en
relación a la pregunta planteada, (al escucharla, mientras procesa esa
información, al contestar, tras haber dado la respuesta). También son de
interés los deslices emblemáticos, la aparición de manipuladores, si disminuye
el número de ilustradores, etc.
-
La expresión
de emociones a través del cuerpo y de su expresión facial, prestando
especial atención a la emisión microgestos y a las incongruencias
emocionales, es decir a la expresión verbal de una emoción mostrando
otra muy distinta. Por ejemplo, en el caso de afirmar un sujeto que se siente
muy triste ante determinado suceso (como
la muerte de su padre) cuando su expresión es de ira, asco, etc. De esta forma
cuando las incongruencias emocionales muestran emociones muy dispares,
podríamos hablar de indicios de engaño.
(por ejemplo que diga que se siente muy triste y muestre alegría, aunque sea de
forma fugaz).
-
Las incongruencias verbo-corporales, es decir, cuando el sujeto presenta
una comunicación verbal (contenidos de su mensaje) que se contradice con la
comunicación corporal. Por ejemplo, si el sujeto responde afirmativamente de forma
verbal y aparecen un desliz emblemático con un leve movimiento de cabeza que se
identifica como una negación; o si responde a una pregunta de forma afirmativa
pero esa respuesta es acompañada con una elevación de los hombros transmitiendo
un “no lo sé”, “no tengo ni idea” o “me da igual”.
-
Diferencias entre el comportamiento natural de esa persona (forma habitual de
comportarse, cómo habla y se expresa verbalmente en situaciones de
“normalidad”, sin tensión) y el que despliega en situación de entrevista/interrogatorio. Siempre teniendo en
cuenta diferentes hipótesis, ya que esas variaciones pueden ser debidas al
nerviosismo, estrés que provoca la situación, etc.
Siempre es muy
importante hacer una valoración de conjunto intentando
detectar indicios de engaño y de esta forma seremos más eficaces en
nuestras valoraciones, pero nunca podremos tener certeza absoluta, como tampoco
tienen validez al 100% ninguna de las herramientas empleadas en la detección
psicofisiológica del engaño. La conjunción de varios indicios de engaño, de
varias incongruencias emocionales, de distintas incongruencias verbo-corporales
y de algunos criterios del análisis de contenidos, correlacionarían en porcentajes elevados con el engaño. Esto se traduce en
que ante una entrevista o interrogatorio debemos tratar de detectar si se
producen emociones incongruentes, contradicciones entre lo que el sujeto dice
verbalmente y los gestos que lleva a cabo, si utiliza muchos rodeos para no
decir apenas nada, si da excesivos detalles hablando de cosas intranscendentes
en lugar de responder de forma directa a lo que le hemos preguntado, y un largo
etcétera. Si esto ocurre es muy probable que su discurso incluya engaños, pero nunca lo
podremos afirmar con total seguridad.
Para poder
trabajar sistemáticamente estos indicios habría que cuantificarlos principalmente
por canales expresivos: verbales,
paraverbales, expresión facial, gestos, posturas, háptica y proxémica. En su
día el grupo “nonverbal” diseñó una matriz de análisis de comportamiento no
verbal que podría servir como base con pequeñas modificaciones, no obstante
otros grupos de trabajo han confeccionado modelos similares.
Además, a esa
matriz, que incluye los principales canales de comportamiento no verbal, habría
que añadir un elemento más que puede resultar relevante tener en cuenta: lo que
se ha dado en llamar tiempo relativo, esto es, el tiempo
empleado por el sujeto en relatar cosas referentes a la pregunta que le hemos
planteado, respecto a la totalidad de tiempo que emplea en su discurso.
La complejidad
del tema es enorme ya que los conocimientos que tenemos sobre este campo se
deben a estudios e investigaciones de diferentes ciencias como la psicología,
medicina, antropología, sociología y etología. Además, la detección del engaño
nunca podrá ser una ciencia o una disciplina exacta como puedan ser las
matemáticas o la física, aunque intentemos acercarnos a una valoración más
precisa y seudo-científica a base de herramientas y técnicas. Las relaciones humanas son enormemente
complejas y su análisis tiene una carga
subjetiva de valoración muy alta. Se han diseñado y se seguirán diseñando
distintas herramientas (SCAN, CBCA, matrices de análisis, etc.) pero conseguir
una técnica o herramienta que sirva para todas las circunstancias, que
homogenice los indicios de engaño, se hace imposible de conseguir. La precisión en la detección del engaño
nunca será exacta, como tampoco lo son incluso ciencias como la medicina, donde
el médico en función de los indicios obtenidos en esa consulta (tos, fiebre,
dolor de cabeza) se aventura a hacer un diagnóstico, pero que en ocasiones es
erróneo ya que esos mismos indicios pueden aparecer en múltiples enfermedades.
A veces la conjunción de distintas técnicas, incluyendo las relacionadas con la
detección psicofisiológica del engaño, puede contribuir a que seamos más
eficientes frente a la detección del engaño.
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